Antes de empezar, quiero recordarte que este artículo, como muchos de los que encuentras en este blog, no es una verdad absoluta. Es una invitación a reflexionar, a cuestionar lo que damos por hecho, a mirarnos desde otro lugar y a entender por qué hacemos lo que hacemos. No es un ataque a tus creencias, pero sí una pequeña chispa para que las revises. Porque a veces, lo que creemos inamovible, simplemente lo heredamos sin haberlo pensado.
Ahora sí, empecemos.
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Fotografía: @Bifoocal |
¿Realmente deserotizamos el cuerpo en el nudismo?
Mucho se dice que el nudismo es la práctica que "desexualiza" la desnudez. Y sí, es cierto que en los eventos nudistas la desnudez no tiene connotación sexual, que no se permiten conductas sexuales, ni miradas, ni insinuaciones, ni mucho menos contactos que incomoden a los demás.
Pero, ¿qué pasa más allá de esa superficie? ¿Podemos, como seres humanos, eliminar por completo la parte sexual o erótica de nuestras vidas? ¿O más bien aprendemos a gestionarla?
Hablemos desde el principio.
Somos seres sexuales desde que nacemos
Desde bebés, nuestra relación con el cuerpo, el placer y el descubrimiento está presente. Acariciarnos, tocarnos, sentir curiosidad por nuestro cuerpo y el de los demás hace parte del desarrollo humano. En la adolescencia, esta exploración se potencia con las hormonas, las emociones y la búsqueda de identidad. Y como adultos, la sexualidad es parte inherente de nuestras vidas, aunque muchas veces esté condicionada, reprimida o mal entendida.
Lo sexual no desaparece. Pero lo que cambia —y esto es clave— es el contexto donde lo vivimos y expresamos.
La educación sexual que no nos dieron
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Fotografía: @Bifoocal |
El problema es que esta narrativa es incompleta y dañina.
La educación sexual real —la que nos debieron dar desde pequeños— nos habría enseñado que la excitación sexual es un proceso mucho más complejo, que no ocurre de manera automática ni inmediata al ver un cuerpo desnudo.
¿Qué ocurre en el cuerpo durante una erección?
Desde la biología, una erección es un proceso físico que requiere varias condiciones: estímulo físico, estimulación mental (fantasía, deseo), activación del sistema nervioso parasimpático y, sobre todo, tiempo y concentración.
En los eventos nudistas, estas condiciones difícilmente se cumplen. Estás en espacios donde los temas de conversación, las dinámicas grupales y la naturaleza misma del ambiente social no son propicios para la excitación sexual.
Ver cuerpos desnudos no es suficiente para que el cerebro interprete la situación como sexual. Eso es algo que el porno nos enseñó mal. Lo que realmente genera una erección es la combinación de varios estímulos que activan la mente y el cuerpo de manera alineada.
El nudismo enseña a gestionar, no a reprimir
En el nudismo no se trata de "reprimir" la sexualidad. No se trata de negar que somos seres sexuales. Se trata de entender que hay contextos donde lo sexual no tiene cabida, y que podemos tener autocontrol y conciencia sobre eso.
Este es un aprendizaje valioso: podemos vivir la desnudez de manera libre, respetuosa, sin que eso implique deseo sexual. Y si eventualmente ocurre una erección —porque somos seres humanos—, el manejo es sencillo: cubrirse, esperar, respirar, continuar.
Pero no se trata solo de gestión corporal.
Se trata también de cómo nos educamos como comunidad, de cómo desmontamos las ideas impuestas, de cómo dejamos de mirar a los demás como objetos de deseo y empezamos a ver personas, historias, seres humanos.
El peso del porno y la hipersexualización
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Fotografía: @Bifoocal |
La industria del porno ha dejado huellas profundas en cómo percibimos los cuerpos. Nos convenció de que los cuerpos perfectos son los deseables. Nos enseñó que los cuerpos desnudos existen para ser sexualizados. Y nos hizo creer que el placer es inmediato, visual, explosivo.
En el nudismo, nos enfrentamos a lo real: cuerpos diversos, con cicatrices, con historias, con piel que no siempre parece sacada de una revista. Y ahí, en ese choque con la realidad, muchas personas empiezan a sanar.
Estudios recientes han mostrado que quienes practican nudismo tienen menos ansiedad corporal, mayor autoestima y mejor relación con su cuerpo que quienes no lo practican.
La práctica nudista no elimina la sexualidad, pero sí le quita el monopolio de la mirada. Nos permite vernos y ver a otros sin ese lente impuesto del deseo inmediato.
¿Entonces deserotizamos?
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Fotografía: @Bifoocal |
No deserotizamos el cuerpo. Reconfiguramos el lugar que ocupa lo erótico en nuestra vida.
No negamos que somos seres sexuales. Pero el nudismo nos ayuda a entender que no todo lo que vemos debe activar ese modo.
Podemos ser, estar, compartir y convivir sin que eso signifique desear.
Y quizás ahí está uno de los aprendizajes más bonitos:
Ser libres para ser humanos completos, sin que la desnudez esté siempre ligada a lo sexual.
Próximamente seguiremos profundizando en este tema con los próximos artículos de la serie:
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