¿Colombia está lista para tener playas nudistas?

En medio de las celebraciones de las Fiestas del Mar en Santa Marta, cuando el país se llena de música, color, turistas y amor por el mar, surge una pregunta que lleva años resonando en las comunidades nudistas y naturistas: ¿Estamos listos para tener playas nudistas oficiales en Colombia?

Uso de playa en el 3 Festival Internacional - Cartagena 2025- Organizado por Comunidad NOC

El largo camino hacia la aceptación

El nudismo de playa en Colombia no es nuevo. Durante años, algunas playas no oficiales han sido refugio para quienes practican nudismo, pero siempre desde la sombra, la informalidad y la incertidumbre legal. Espacios como Boca del Saco, dentro del Parque Tayrona, son considerados por muchos como el paraíso nudista no oficial del país. La belleza del lugar, sumada a las más de dos horas de caminata que se requieren para llegar, lo convierten en una experiencia maravillosa, pero también restrictiva. No es de fácil acceso para todos y aunque suele ser tranquilo, no está exento de mirones que llegan por curiosidad o desconocimiento, lo que genera incomodidad para quienes buscan privacidad y respeto.

En otras costas del país, tanto en el Atlántico como en el Pacífico, existen playas conocidas solo por pequeños grupos donde la práctica nudista ocurre de forma informal, vigilada por las mismas comunidades locales y turistas recurrentes. Sitios como Palomino en La Guajira han sido escenario de esta práctica, donde muchos extranjeros se desnudan con total tranquilidad, al lado de comunidades empobrecidas y con poco acceso a educación sexual. Este contraste entre la mirada abierta del visitante y la doble moral de parte de la sociedad colombiana es un reflejo de cómo seguimos atados al escándalo y al tabú.

La doble moral en la arena

Uso de playa en el 3 Festival Internacional - Cartagena 2025- Organizado por Comunidad NOC
Lo curioso es que mientras en algunos rincones apartados la desnudez se vive con naturalidad, cada cierto tiempo surgen escándalos mediáticos y moralistas cuando alguien, especialmente un extranjero, se atreve a quitarse la ropa en playas más concurridas como las de Cartagena, Barranquilla o Santa Marta. De inmediato, los titulares amarillistas y los comentarios sociales se llenan de frases como “¿y los niños?” o “qué falta de respeto”, sin abrir el espacio para una conversación más profunda sobre la normalización del cuerpo y la educación sexual.

Lo que nunca falta es la frase absurda, como si un niño fuera incapaz de entender la diferencia entre cuerpo y sexualidad, o como si las cicatrices y los trajes de baño fueran más respetables que un cuerpo humano libre y natural.

Escándalos y retrocesos

Este país ya ha sido testigo de cómo los intentos por normalizar el cuerpo humano generan alarma social. Lo vimos con el escándalo en Guarne, Antioquia, donde se tergiversó la información sobre una caminata nudista en propiedad privada, haciéndola pasar como un supuesto evento público descontrolado. Lo vimos cuando un turista se quitó la ropa en Cartagena y fue rápidamente expulsado de la playa. Lo vimos también en redes sociales cada vez que una modelo o influencer se atreve a hablar o mostrar algo de piel de más en el espacio público.

Es como si no estuviéramos listos para ver cuerpos, pero sí para consumir violencia, pornografía y sexualización disfrazada de humor en horarios familiares.

¿Es posible abrir espacios?

Uso de playa en el 3 Festival Internacional - Cartagena 2025- Organizado por Comunidad NOC

Colombia es un país con costas espectaculares, parques naturales impresionantes, senderos mágicos, cascadas escondidas y playas que podrían ser perfectamente acondicionadas para el nudismo, sin afectar a quienes no comparten esta práctica. La pregunta es: ¿tenemos la madurez social para hacerlo? ¿Tenemos la educación y el compromiso para que estas playas sean espacios seguros, sin convertirlas en espectáculos morbosos?

Regular estos espacios no solo sería una oportunidad para promover el turismo responsable y alternativo, sino también para avanzar como sociedad en la normalización del cuerpo, sin asociarlo automáticamente a lo sexual.

Todo es político

Como ya lo hemos dicho en artículos anteriores: Todo lo que hacemos tiene un sentido político. Defender la apertura de playas nudistas también es un acto político. No porque queramos obligar a nadie a desnudarse, sino porque queremos garantizar la libertad para quienes sí deseamos vivir la experiencia de forma respetuosa, natural y consciente.

¿Estamos listos?

La educación será siempre el primer paso. Y escribir estos artículos, hablar de estos temas, cuestionar nuestras creencias y explorar nuevas posibilidades son pequeñas acciones que abren caminos. Las Fiestas del Mar son el escenario perfecto para preguntarnos si estamos dispuestos a nadar contracorriente y empezar a normalizar el cuerpo en los espacios públicos.

¿Queremos una playa nudista en Colombia? ¿Merecemos esos espacios? ¿Podemos usarlos con respeto?

La conversación apenas empieza.

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