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Asilo: La locura lúcida de una fiesta que nos desviste el cuerpo y la mente
Ya lo he dicho varias veces: sobreviví la adolescencia en Bogotá sin ese ritual de cortejo nacional llamado “bailar”. Tener primas vallecaucanas que cada diciembre me sacaban a mover los pies durante la Feria de Cali hizo que durante años desarrollara una relación tensa con la rumba. Para mí, era una imposición cultural más.
Hasta que hace un par de años, un grupo de amigos insistió lo suficiente y terminé entrando a Asilo. Lo que encontré fue más que un bar. Era una escena de película independiente: un protagonista sobrio en un bar subterráneo en Berlín, rodeado de cuerpos en trance, de maquillaje vibrante, de gente absolutamente segura de sí misma bailando como si la música fuera un acto político.
Y lo es.
Desde esa primera noche quedé enganchado. El sonido ochentero, el postpunk, los clásicos bailables que me formaron, los estrobos reflejados en techos bajos, y esa extraña mezcla de libertad, respeto y delirio... Asilo me reconcilió con la rumba. Pero solo en Asilo.
¿Una simple fiesta nudista? No. Hicimos historia.
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"Otro mundo es posible" |
En marzo de 2024, gracias a una conexión inesperada con uno de los socios de Asilo, empezamos a conversar sobre una posibilidad impensable para muchos: una fiesta nudista en pleno corazón underground de Bogotá. En diciembre fue la primera edición. Un éxito. En mayo, la segunda. Un estallido.
Pero esto no es solo una fiesta. Es un acontecimiento cultural. Un momento de quiebre. Un evento que desafía, educa y transforma. Y su eco no se limita a las paredes del bar; activa una conversación e invita a hacerse preguntas importantes sobre las representaciones del propio cuerpo y nuestras relaciones, saludables o violentas, con los demás.
Porque en una ciudad donde aún hay gente que confunde desnudez con peligro, nosotros creamos el evento nudista con más asistentes del país: 230 cuerpos libres en una noche inolvidable.
No es solo por ver cuerpos. Es por quitarse el miedo.
Las fiestas nudistas no abundan, aunque muchos crean lo contrario, y la intención de cada una puede ser muy distinta, nuestro nudismo es liberador, no provocador. Es el espacio donde puedes bailar como si estuvieras en casa, rodeado de tu familia elegida, sin que eso signifique aguantar comentarios, miradas y piropos indeseados.
Aquí vienes a bailar, a soltar tus complejos, a desnudarte el alma. A dejar en la maleta tus inseguridades, miedos y prejuicios y, por fin, sentirte libre.
Un público joven que no viene a consumir, sino a cuestionar
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Bodypaint, en Asilo 2.1 |
Uno de los impactos más hermosos ha sido ver a un nuevo tipo de público: joven, reflexivo, activista, queer, académico y profundo. Gente que lleva años rumbeando en Asilo y que ahora se atreven de una nueva manera a cuestionar su relación con el cuerpo, con el placer, con la libertad, con la ropa y su uso, desnudandose y bailando, ¿Que hay más poderoso que eso?.
Un público que al ver nuestras publicaciones, no se pregunta “¿qué morbo habrá ahí?”, sino que se recrimina no haberse desnudado antes, entendiendo que esto es un acto político. No es simplemente la anécdota divertida de haber ido a un evento nudista; es una declaración contra muchas imposiciones. Este público nos está dando una nueva forma de hacer nudismo: una más crítica, más creativa, más empática. Nos están enseñando a ser mejores.
Una fiesta que también es un acto de sanación
Asilo al Desnudo ha sido también un espacio de sanación. De personas que han sufrido acoso, abuso o rechazo. Que llegan con cicatrices invisibles y se encuentran con un lugar donde, incluso sin ropa, nadie les va a mirar con deseo no solicitado, ni con juicio. Solo con respeto.
¿Cómo no amar un espacio así?
Gracias a todos. Esto no sería posible sin ustedes.
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Organizadores y Colaboradores de la comunidad nudista, apoyando Asilo al desnudo |
Gracias al equipo de La Comunidad Nudista de Bogotá, a quienes organizan y nos brindan el mejor apoyo, a ese staff de Asilo que se pone la 10 en cada evento, a aquellos nudistas de antaño que aunque nunca habían bailado disco, ni habían compartido en un espacio así, son lo suficientemente maduros y mente abierta como para darse la oportunidad de generar nuevos espacios con respeto hacia nuevas generaciones y gustos diversos, a quienes bailan toda la noche, a quienes llegan solos, a quienes llegan a última hora, a quienes trabajan al día siguiente y aún así, llenan el sitio con su buena energía, a quienes han confiado en nosotros. A Asilo, por prestarnos su casa, por hacerlo con cariño y por tomarse el trabajo de deconstruirse y evolucionar junto a nosotros.
Pero sobre todo, gracias a esas mujeres valientes que representaron el 46% de la asistencia en la última edición. Que vinieron solas o en grupo, que se sintieron seguras, libres y plenas. Ustedes están cambiando las reglas del juego.
Un pequeño Goliath en Chapinero
Lo que hemos creado juntos en Asilo no es solo una fiesta nudista. Es una grieta en el sistema. Una sacudida cultural. Una demostración de que otro mundo es posible, incluso si aún tenemos que construirlo desde espacios pequeños, desde colectivos alternativos, desde fiestas que parecen solo rumba, pero que son mucho más.
Asilo es nuestro Goliath. Y lo construimos entre todos.
Nos vemos en la próxima edición. Sin etiquetas. Sin miedo. Sin ropa.
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Comentarios
Que artículo tan completo… Gracias!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu opinión
EliminarExcelente, muy completo todo y da una muy buena idea de lo que han sido las rumbas en Asilo Bar en Bogota. Ojalá más personas se anime a ir al próximo evento. Hasta pronto.😊👍
ResponderEliminarSeguro seguiremos llenando Asilo en futuros eventos... abrazo Andrés!
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