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Desde que estaba en noveno grado, allá por el 2012, empecé a conocer sobre el mundo del nudismo. Me llamaba muchísimo la atención el trabajo del fotógrafo Spencer Tunick y sus increíbles instalaciones de desnudo artístico masivo. Soñaba con participar en una de sus convocatorias, aunque lo veía imposible: era menor de edad, y sus eventos eran casi siempre en países lejanos, con algunas excepciones como México, Chile o Argentina.
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Spencer Tunick en la plaza de Bolivar - Bogotá 2016 |
Aun así, la fascinación fue creciendo. Pasaba horas explorando su arte, imaginando cómo sería estar allí, entre miles de cuerpos desnudos, sin juicios ni prejuicios. Ese sueño me acompañó durante años… hasta que, en septiembre de 2015, se volvió realidad.
Estaba en mis primeros semestres de universidad, estresado por un parcial complicado. Para colmo, esa noche se fue la luz en mi edificio. Decidí salir a caminar y llegué a un Carulla cercano. Allí, hojeando una revista Semana, vi la noticia: ¡Spencer Tunick venía a Colombia!
El estrés desapareció de inmediato. Me inscribí sin pensarlo. Nada me detendría.
Aunque el evento comenzaría a las 2:30 a.m., jamás dudé en asistir. Traté de convencer a algunos amigos, pero todos terminaron echándose atrás. Así que fui solo. Inventé una excusa para mi familia ("una fiesta con amigos"), tomé el último TransMilenio de la noche y esperé en una arepería cerca de la Universidad de los Andes, haciendo tiempo hasta la madrugada.
La ciudad, silenciosa y oscura, fue llenándose de vida. Bares, risas, y gente caminando hacia la Plaza de Bolívar. Me uní al gentío. Al llegar, firmamos documentos y nos explicaron la logística. Conocí a tres personas —dos chicas y un chico— con quienes compartimos una buena conversación. Nos contaron que eran estudiantes de artes, donde la desnudez ya era parte del entorno académico.
Alrededor de las 5:00 a.m., Spencer dio la señal. Aunque hablaba en inglés y el audio era débil, entendimos lo esencial. Lentamente, la ropa empezó a desaparecer. Me sorprendió lo rápido que se volvió natural estar desnudo entre miles. El nerviosismo se desvaneció y empecé a vivir lo que para mí era un sueño.
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Spencer Tunick y asistentes de su proyecto en el Teatro Colón, Bogotá |
Posamos en grupo, ocupando toda la plaza. Luego hicimos una simulación de surf humano: una persona en una tabla sostenida por otras. Más tarde, dividieron a hombres y mujeres; a nosotros nos acostaron en una calle lateral, y a ellas las fotografiaron frente al Palacio de Justicia.
No fui seleccionado para las fotos privadas posteriores, pero eso no le quitó valor a la experiencia.
Busqué mi ropa entre las bolsas en los bordes de la plaza. Aún con la esperanza de encontrar a mis nuevos conocidos, me quedé un rato observando cómo otros se tomaban fotos —recuerdos de por vida. Yo no llevé celular ni cámara, y nunca aparecí en las imágenes oficiales. Aun así, conservo con orgullo la fotografía que recibí meses después. Aunque está amarillenta, sigue siendo uno de mis mayores tesoros.
Ojalá algún día Spencer Tunick regrese a Colombia, o al menos a algún país vecino. Porque sí: mi primera experiencia nudista fue, sin duda... a lo grande.
Relato enviado por "Andrés"
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Comentarios
También tuve la oportunidad de asistir y fue algo increíble. Me quedo un resfriado jejeje! pero sobre todo un recuerdo y una experiencia inolvidable.
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